Un hombre resuelto
Después de sufrir torturas severas, un empresario arriesga todo para sacar clandestinamente de China las evidencias de la persecución
Al acercarse los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008, el Sr. Yu Ming estaba postrado en la cama de un hospital afiliado al famoso campo de trabajos forzados de Masanjia, después de haber sufrido graves torturas durante mucho tiempo.
El empresario de 35 años de edad y practicante de Falun Dafa, entre otros abusos, había sido torturado repetidamente con picanas eléctricas de alto voltaje y había estado encerrado durante tres meses en una pequeña jaula de hierro en la que no podía estar de pie, ni sentarse.
El Sr. Yu tenía un fuerte deseo de exponer la tortura que era parte de los preparativos de China para los Juegos Olímpicos. Vio desde su cama de hospital que cada vez más gente llegaba a Masanjia, habiendo sido condenada por “planear cometer un robo” o “prepararse para robar”.
Dentro del campo, la tortura y el terror fueron acelerados para “transformar” a los seguidores de Falun Dafa.
El Sr. Yu no podía soportar ver a más gente inocente torturada tan terriblemente. Además, después de que se le concediera a Beijing el derecho a organizar las Olimpiadas, creía que el mundo exterior debía saber lo que pasaba. En lugar de mejorar sus derechos humanos como esperaba la comunidad internacional, el régimen perseguía e incluso mataba gente debido a los Juegos Olímpicos.
Con la esperanza de que la brutal situación en el campo pudiera llamar la atención y provocar un cambio, ideó un elaborado plan para ayudar a dos compañeros seguidores de Falun Dafa a escapar y tratar de ponerse en contacto con periodistas extranjeros que estaban en Beijing para cubrir las Olimpiadas.
Todo salió bien, y los dos hombres escaparon, pero fueron capturados tres días después. El intento de fuga —de un campo de trabajo “modelo” y durante las Olimpiadas, cuando todos los ojos estaban puestos en China—enfureció a los más altos líderes del régimen comunista. El Sr. Yu y los dos fugitivos fueron torturados hasta casi la muerte y se les añadió un año a sus sentencias.
El Sr. Yu fue puesto en libertad en 2017 y, a finales de 2018, escapó a Tailandia donde pudo obtener un visado para los Estados Unidos. El 27 de enero, después de casi 12 años en campos de trabajo y cárceles, se reunió con su esposa e hijos en San Francisco.
Y no vino con las manos vacías.
Antes de su atrevida fuga a Tailandia, el Sr. Yu reunió una colección de pruebas —desde documentos oficiales hasta vídeos grabados en secreto con una cámara oculta— que dan testimonios de primera mano de la persecución en curso en China.
Si lo hubieran atrapado con esta evidencia, el Sr. Yu seguramente estaría de vuelta en prisión y probablemente nunca volvería a ver a su familia. Pero lo logró y ahora está haciendo todo lo posible para ayudar a exponer los abusos que sufrió y presenció.